miércoles, 3 de mayo de 2017

El aviso, el gol, el fallo y la fe.



INTRODUCCIÓN:

       “A la tercera va la vencida”. Esa era la esperanza de los atléticos y la prudencia de los madridistas. Las grandes gestas blancas se forjaron en feudo propio por lo que jugar el primer partido en casa significaba, para el Real Madrid, una piedra más en un camino que, durante todo el año, estuvo sembrado de rosas y cardos. Y dudas. Muchas dudas.

         La Champions transforma al Madrid de la misma forma que lo hace con el Atlético aunque con resultados distintos. Al Madrid, incluida su afición, la Champions les da fuerza, carácter, alma, brillo y todos aquellos “dones”  que hacen mejor, y el mejor, a un equipo. Al Atlético, incluida su afición, la Champions solo les aporta Nada. Quiero decir que no le aporta nada nuevo a lo que muestran en cualquier competición. En cualquier campo. A cualquier hora. Contra cualquier rival. Y no es poco pero no suficiente para logar su propósito.

EL PARTIDO:

          En el minuto 6 Carvajal entró hasta la cocina de Oblack (bonito nombre para un restaurante de moda) dando el primer aviso. En el minuto 10 marca Cristiano. En el 12 Gameiro falla un mano a mano claro contra Navas. En el minuto diecisiete (¡Ojo! de la primera parte) el Atlético de Madrid comienza a perder tiempo. Estos cuatro ingredientes marcaron el partido y, probablemente, la eliminatoria.

1.       Ocasión clara de tu contrario en los primeros cinco minutos.
2.       Gol de tu rival en los diez primeros minutos.
3.       Fallo propio a continuación.
4.       Pretender guardar la ropa antes del minuto veinte cuando la secadora termina en el noventa y tres, por ejemplo.

           Es casi imposible ganar a nadie tirando una vez a puerta en todo un partido. Y menos probable si el rival dispara doce veces contra tu portería. Y menos, si cabe, si quien dispara es el máximo goleador de la Champions y de la historia del Real Madrid. Es casi imposible ganar a nadie cuando no quieres ganar sino no perder o perder por la mínima. Es casi imposible ganar un partido cuando no tienes fe. Pero sobre todo, es casi imposible ganar al Real Madrid en el Santiago Bernabéu una semifinal de Copa de Europa cuando el equipo blanco quiere ganar. Y eso se nota. Se nota en las miradas de jugadores y aficionados. Se siente en el aire desde que comienza a rodar el balón. Desde el primer toque y desde las primeras sensaciones.

            Como dijo un ídolo, “noventa minutos en el Bernabéu son muy largos”. Y eso le volvió a suceder a un equipo una noche cualquiera de Champions. Aunque no fuera una noche más ni un equipo más. Era Dos de Mayo, día de la Comunidad de Madrid, y contra el eterno. Era un partido para héroes. Para resarcir amarguras y penas y odios y rabias. Era una noche especial. Y lo fue pero no para los que más cicatrices curaban.  Lo fue para Zidane porque jamás nadie influyó en un resultado tanto sin proponérselo.  Lo fue para Cristiano que sigue siendo el rey aunque moleste a republicanos e independentistas. Fue una noche especial para el Rey de Europa aunque moleste a republicanos e independentistas, también.

CONCUSIÓN:

          El Atlético de Madrid sale tocado casi hundido. No solo en Champions sino en conjunto. A nivel de equipo tendrán que valorar su ambición y sus metas. Tendrán que pensar cuál es el objetivo de competir. Si competir por competir o competir para ganar. El Atlético se ha abonado a una filosofía que, objetivamente, da más llanto a sus aficionados que risas.


          Todo lo que pasó ayer de más, penaltis no pitados, fueras de juego posicionales, tarjetas no sacadas e incluso los minutos de descuentos, todo es leyenda. Como leyenda es todo lo que rodea a lo mágico. 

martes, 7 de marzo de 2017

La Cabeza de Dios



“Nápoles es un bullicio,un caos de sangre que palpita,lluvia perpetuaque arrastra todos los silencios y cuando te alejas de ellaalgo tuyo e íntimo se queda”.

    Así empezó el partido que jugaron anoche, en San Paolo, Nápoles y Real Madrid. Entre bullicio, un caos de sangre napolitana palpitando a borbotones en las rabiosas gradas, lluvia, amenazas, esquelas, ruidos, intimidación. Así salió el Madrid a intentar llevarse una eliminatoria que estaba casi en la buchaca. Eso sí, por si el recibimiento fuese demasiado laxo, salió el Madrid con ocho jugadores. Por estas cosas los enemigos acusan de prepotencia al equipo blanco. Por mirar fijamente al sol sin protección uVe. Por caminar descalzo entre brasas. Zidane, que tiene las mismas dosis de terquedad y chovinismo que de suerte, volvió a apostar por la BBC. Cuando se dice que Zidane maneja bien el grupo se entiende  que maneja bien la BBC. Me cuesta creer que los demás jugadores que rinden por encima de la delantera titular de Zidane se vayan contentos a casa.  Pensarán que se está cometiendo una injusticia con ellos. Y así es. Se es injusto cuando un jugador rinde más y mejor que otro y, a pesar de ello, mantienes inexpugnable al que no está al nivel requerido. 
    Con todo esto, la primera parte del Madrid fue de infarto. Como las partes finales de muchos de los últimos partidos que han hecho más leyenda a este club. Excepto un balón al poste de Ronaldo, el Nápoles empujó al Madrid contra su área hasta quitarle el balón y algo más. Le quitó el ritmo, las ganas de ganar luchando. El equipo de la BBC sin la BBC, aunque con ésta en el campo, no era capaz de tocar el balón dos veces seguidas. San Paolo y, sobre todo, los jugadores del equipo italiano, comenzaron a creer en la remontada. El Vesubio en erupción y el Madrid en manga corta. Y con ocho. 
Zidane pedía, desde la banda, que saliera el equipo de la cueva en la que el Nápoles le tenía cautivo. Pudo haber previsto el francés, por su experiencia, que lo habitual en Copa de Europa es jugar la vuelta de cada eliminatoria, y más si el contrario ve tierra a lo lejos, bajo una presión asfixiante e intimidatoria que, a fuerza de entrenamientos, puede ser superada. La presión se trabaja, se sale de ella y se convierte en contras que dejan las eliminatorias resueltas en los primeros veinte minutos de la primera parte. Véase José Mourinho. 
    Seguía el Madrid sin ideas, sin plan, sin director, sin la BBC y con un gol en contra que hacía que los aficionados madridistas se fueran al cajón del armario en busca del pasamontañas para pasar desapercibidos unos cuantos días. 
    La segunda parte tenía que ser de otra forma o el actual campeón tendría que apostar todo a La Liga. A los cinco minutos de la reanudación y cuando los aficionados madridistas con más fe se ataron el rosario entre las manos, como en Lisboa, como en Milán, como en Munich, como en Noruega, a la salida de un saque de esquina “Made in Kroos”, apareció “La Cabeza de Dios”. Una vez más. Con el alma. Con todo. Sergio Ramos de nuevo. Y ya van…
    El Vesubio ahogado, San Paolo silenciado y el Nápoles agotado de darlo todo en una primera parte que sacó los colores al campeón del mundo. A los seis minutos del primer gol del Madrid, de nuevo Él. “La Cabeza de Dios”. Y ya van… La UEFA, como si el ridículo que hace continuamente fuera poco, no le dio el gol a Ramos por ser desviado levemente el remate por Mertens. Está claro, lo que es de Dios es de Dios.       

   Un gol más de Morata en el noventa, sirvió para cerrar el partido y meter al Madrid en cuartos pero no le servirá al delantero para sentirse justamente tratado.


jueves, 16 de febrero de 2017

Estaba el señor don Gato...



   Todos recordamos el comienzo de esta canción popular infantil pero ¿cómo seguía? Recibía una carta el señor don Gato, allí sentado en su tejado, por si quería casarse con una gatita blanca. Afortuna o desgraciadamente, todo cambia. Ya no se escriben cartas, ya la gente se casa hasta con desconocidos, y los gatos, los gatos también han cambiado.

   Ayer, en el Bernabéu, el Gato no quería casarse con nadie. No quería ni gata blanca ni “Gatopardo”. Ayer El Gato solo quería una cosa: callar bocas. ¡A estas alturas! Y lo hizo. Lástima que sea por poco tiempo. Cuando el Bernabéu dicta sentencia, y la del francés ya se dictó hace tiempo, poco se puede hacer. El francés durará lo que dure el francés. En otras palabras, Karim y Zidane estarán el mismo tiempo en el Real Madrid. Eso será otro cantar y no lejano.

   Desde el primer segundo el Gato salió con la escopeta cargada de motivación. La motivación provocada por las conspiraciones madridistas. Tanto de los aficionados, que en círculos populistas le convierten en musaraña, como de los directivos que hacen lo mismo a espaldas del mayor amante de los felinos. Hueso duro para los palmeros el señor “don” Pérez. A pesar de "Él", Benzema está sentenciado.

   Antes de cumplirse el primer minuto, el señor don Gato sacó las uñas. Reina supo poner el guante duro para repeler la primera agresión. El Bernabéu se frotaba los ojos. Ni gato, ni perro, ni musaraña. Era Karim Benzemá Champions-League. Y dolido. Por su bajo rendimiento y por las críticas de los que piensan que para jugar en el Real Madrid tienes que tener las piernas de un keniata y los pulmones de un mamut. Se ruega revisen los jugadores que hicieron grande al club. ¡Gracias!

   Todo marchaba según el guión soñado para el madridismo. El equipo salía enchufado. El Barcelona había perdido. Mejor aún, el Barcelona había sido aplastado la noche anterior. La noche de los enamorados aún se olía en las miradas de los que disfrutaron de su regalo. Todo perfecto.

   Todo perfecto hasta que Insigne se percató de que Keylor Navas tuvo que acercarse a “Flores Pili”. Una leyenda de Madrid en el sector floral a escasos doscientos metros de la portería de la que no suele salir nunca. Se conoce que no tuvo tiempo, el costarricense, de hacerlo el día anterior y no encontró mejor situación. “Ya que estoy aquí…”. No hay debate en la portería. La Pantera también está sentenciada. Malos tiempos para la “felinidad”.

   El gol del Nápoles no iba a ser el motivo por el que Benzema renunciara a su propósito. Diez minutos después de la “tournee” de Navas, el señor don Gato igualó el partido. De cabeza. Rematando un extraordinario pase con el exterior de Carvajal. Uno no deja de sorprenderse con los registros de este jugador que, además, se ven aumentados cada vez que su sustituto sale al campo. Descanse en paz Danilo.

  El partido fue un partido de Copa de Europa. De los de antes. Un partido emocionante, divertido. Con varias fases. De ida y vuelta, en algunos tramos. De control alterno, en otros. El Nápoles es un equipo que se conoce. Son honestos con lo que son. Saben a qué juegan y lo intentan por lo que, en algunas ocasiones, lo consiguen. Con una clara inclinación a utilizar el fuera de juego como arma defensiva. Rapidez en la salida y poca transición en llegar al área contraria aunque, visto lo visto, tampoco le importa “marear la perdiz” si la presión del equipo contrario no es lo suficientemente intensa.

   A los pocos minutos de la segunda parte, Cristiano se contagió de la nostalgia e hizo de Cristiano hace diez años. Regates, “cabrillas”, velocidad, desborde, y, esta vez pasó el balón atrás para que Kross, un maestro en el arte de la caricia al balón, diera ese toque, TAC, inalcanzable. Precioso, preciso. TAC. Eso es lo que se le pide a Kross. Que no se aburguese. Que no sea uno más. Porque no lo es.

   El Madrid por delante y a seguir. La afición esperando para aplaudir o para sentenciar a alguno de los suyos. Mala afición la que no es justa. Y la del Madrid no lo es. Quizá nunca lo ha sido. Justa, digo. Ni buena, apunto.

   De los bultos sospechosos para la afición, en el Top 3 se encuentra James. Es difícil entender que se dude de la calidad del colombiano. Ayer pasó el trámite. Sin más. Tiene miedo al Bernabéu. Es más poderoso su miedo a los silbidos que la ilusión por los aplausos. Y el miedo se tiene por falta de confianza. Y la confianza, en un equipo, la transmite el líder. Y el líder es el entrenador. Nadie verá al mejor James mientras su líder no confíe en él. En ningún equipo.

   El partido seguía movido y vivo. Los dos equipos querían marcar y los dos equipos pudieron hacerlo más veces de lo que reflejó el marcador al final del partido.


   Y en esto que sale un balón rechazado del área del Nápoles y Casemiro, que es un ejemplo de concentración en el entorno laboral, estaba por allí al tanto, como siempre. Y le llega un balón de esos que vemos que se juega a la volea y casi siempre rebotan en el bocadillo de algún abonado de segundo anfiteatro. Y va y pega al balón perfecto. Desde la lejanía. Como mandan los cánones del fútbol “old school”. Empeine abajo, alma y corazón arriba y muchas ganas de jugar en el Real Madrid. El resto, sacar el balón de la red y dejar la eliminatoria muy favorable al equipo blanco. Muy favorable no es sentenciada. Esto es Champions. Esto es Copa de Europa. Esto es fútbol.

jueves, 14 de mayo de 2015

REAL MADRID 1 - JUVENTUS Con V de Vendetta. Con M de Morata.





          La Mentira duró poco. Apenas dos años. Si Ramos no se hubiera aliado con ella, en Lisboa, hubiera durado aún menos. La mentira es traicionera. Aparece en los peores momentos. La mentira duele. Duele como una eliminación en semifinales de Champions en campo propio. Ayer, a un gol de la verdad apareció La Mentira. En su más dolorosa representación. Y gracias, mentira, por aparecer. Gracias por no dejarnos conocer la verdad. Porque hay veces que las verdades duelen más que las mentiras. Y la verdad... La Verdad del próximo 6 de junio sería la más cruel de todas. Gracias por no refugiarte en los asientos de piel noble del banquillo. En ese maldito zulo de lujo en el que se quedó la flor. La de Lisboa. La de Valencia. La del Santo. La de Carleto...

          Ayer el Bernabéu se engalanó de Champions. Su mejor tapiz en el suelo. Sus mejores cuadros en la grada. Sus más enfervorizados vasallos en el recibimiento de sus huestes. Su escudo reluciente.Todo perfecto. Todo previsible excepto la mentira. Nadie la espera aunque la mosca, desde hace dos años, siempre zumbó tras orejas madridistas. Maldito zulo. Maldita madriguera.


          En el Madrid los buenos. En la Juve también. En el Madrid, las ganas de jugar una final un año después. En la Juve, las ganas de jugar una final 20 años después. En el Madrid, La Mentira. En la Juventus, un entrenador italiano. En Lisboa, Ramos se alió con La Mentira. En Madrid, ayer, Morata se alió con ella y la destapó para siempre. V de Vendetta. No hacia el equipo de sus amores, no. Venganza hacia el entrenador que decidió arrancarle de los pechos de su madre. Vendetta a la italiana. 


          Ayer en el Bernabéu solo era semifinal de Champions para la grada y para la Juventus. El Madrid, desde el principio, salió a bailar unas deliciosas tarantelas italianas. Como bienvenida y honores a la Vecchia Signora no estuvieron mal. Ya en el minuto veinte la broma era pesada. En el 57 apareció Morata que, como si fuera un accidente, surgió por el Bernabéu para desenmascarar al villano. "Alea jacta est" pensó La Mentira. Y así debiera ser, presidente.


          El Real Madrid ha sido, estos dos últimos años, la mentira del adolescente "rico-cabrón" que tiene cara de no haber roto un plato nunca. Ese malnacido que además de robar la cubertería de plata y abusar de la criada le echa la culpa a ella. Huérfana, pobre y embarazada. Por dentro podrido y por fuera cubierto por un manto de prestigio, victorias, Copas de Europa y por desgracia, por encima de todo eso, cada vez más cubierto de petrodólares. 


          William Ernest Henley, autor del poema "Invictus" (muy a colación), ya sabéis: " soy el amo de mi destino/soy el capitán de mi alma", dijo una gran frase:  
"¡Levántate! No seas más una mentira viviente".


Ciao Mentira. Grazie. 

Fdo.- Eduardo Sánchez de la Blanca








     

miércoles, 6 de mayo de 2015

MÁS DIFÍCIL TODAVÍA o EL MAYOR ESPECTÁCULO DEL MUNDO JUVENTUS 2 - REAL MADRID 1

JUVENTUS 2 - REAL MADRID 1 (5/5/2015)



"Más difícil todavía" es la mítica frase que acompaña al animador circense por donde quiera que va el espectáculo que presenta. La frase, presagio de magia o catástrofe, ilusiona al respetable por la curiosidad infinita que nos despierta ver el sometimiento de la bestia al "inteligente". La frase hace soñar en la posibilidad de que e=mc2 se convierta en una dudosa ecuación ante la pericia, la práctica y el equilibrio del trapecista. Y así, con todo lo que nos puede ofrecer El Circo. Para los que pensamos que "El mayor espectáculo del Mundo" no es el circo sino el fútbol, esta frase la enviamos al rincón de pensar. En el fútbol de élite, en una semifinal de Champions, como en la arquitectura, menos es más. Lo sencillo por encima de la angustia. Primero lo práctico, después lo plástico. Lo malo conocido a lo bueno por conocer. Porque eso ya tuvo que ser trabajado. Lo fácil y entrenado antes que lo difícil y soñado. 

Sirva la introducción para meternos bajo la carpa blanquineri del Juventus Stadium un 5 de mayo. Aunque hablamos de una semifinal de Champions, ayer Turín, antigua capital de Italia, nos reservó un asiento a pie de pista en el Ringling Brothers and Barnum & Bailey Circus. ¡Fue fantástico! ¡Increíble! ¡Qué espectáculo! Fútbol y Circo. ¡El Mayor espectáculo del mundo!

Mr. Ancelotti, impávido maestro de ceremonias, sacó a pista todo lo que tenía. Payasos desmotivados. Fieras sin brillo en los ojos (como todos los ojos carentes de libertad). Torpes malabaristas. Forzudos sin fuerzas. Un burro pintado de cebra para dar el pego aun sabiendo que su gracia está en el arado. Así es como se logra el "Más difícil todavía". Y se consiguió, no crean... Mr. Ancelotti es capaz de perder una final de Champions ganando tres a cero al descanso... El es así. También es capaz de ganar la Décima sin mover un dedo excepto para acariciar. Mr. Ancelotti es poco amigo de probaturas. Sabemos que los cambios vienen dados por lesiones, no por ideales. ¿Para qué cambiar algo si lo que hay funciona? Y sí. Un día puedes sorprender a tu rival colocando a la mujer barbuda en la jaula del forzudo pero será mejor, por la buena marcha del circo, que busques un nuevo forzudo ya que los que fichaste están, bajo un sauce de oro, comiendo longaniza y llenando sus alforjas. Ains (pequeño suspiro nostálgico de lo que fue).

La esperanza: que no se puede hacer peor. Que no se puede sacar mejor resultado jugando cinco contra once. El insomnio: que se haga tan mal en una hipotética final contra el rival no deseado. El desasosiego: el ridículo. Para siempre... Ainsss (suspiro nivel infinito). Media lágrima.

Entre tanto, la Juventus a lo suyo. Es la Vecchia Signora. Equipo italiano donde los haya. Es su genética. Fuerza. Disciplina. Orden. Dureza. Ganas. Coraje. Oficio. Y Pirlo... Un maravilloso medio centro con 35 años que consiguió acabar noventa minutos de una semifinal de Champions. Eso dice todo lo bueno de él y todo lo malo y poco que hizo el Madrid. No hubo presión, no hubo balón,  luego no hubo diversión. O como diría mi amado: "entrenador triste, equipo triste". Los cambios que hizo Mr. Ancelotti de los de tesis doctoral en el noble arte de provocar la risa. O la ira. Todo depende. Isco al banquillo por Chicharito. No se sabe muy bien el por y para qué de este cambio. Jesé al campo por Bale que probablemente no tuvo que jugar ni un solo minuto. Y mientras Ramos, la mujer barbuda, fuera de la jaula que le hizo famoso.

Y ahora... ¿qué hacemos Míster? ¿Sacamos la ouija?¿Invocamos espíritus? O quizás... ¿qué tal si colocamos al zurdo por la izquierda, al diestro por la derecha, al central de central, al pichichi en el área, y a los que luchen y crean en una final de Champions y en pasar a la historia?

El próximo 13, lo siento por los supersticiosos, veremos si el show debe continuar...

Fdo.- Eduardo Sánchez de la Blanca



jueves, 23 de abril de 2015

El Real Madrid sueña con "La Undécima"


Real Madrid: 1 - Atlético de Madrid: 0

Sol, Madrid, primavera, fútbol, Champions, Real Madrid, Atlético de Madrid, tú, él, vosotros, yo ... y no era un sueño. Era Real. Y del Real fue tan magnífica tarde de alegrías y tristezas. De respetos. De dudas y cambios. De incertidumbre. 

Mr. Ancelotti, en un tierno abrazo de Morfeo una noche cualquiera de abril, sucumbió a la idea de cambiar lo que no había funcionado las anteriores siete veces. Se dejó llevar por sus anhelos, y dejó de lado su terco planteamiento bajo las alas de uno de los mil Oniros. Y lo hizo para llevar a cabo su terquedad más criticada una tarde cualquiera en Barcelona. Sacrificar al mejor central del mundo por un mediocre picapedrero de contención con corazón de granito. Eso sí... Con raza. Con disciplina. Con pasión. Ya lo dijo Stendhal, "El alma es el conjunto de las pasiones". Y en alma muy pocos ganan a Ramos. Y ya que Morfeo aleteaba a sus anchas sobre las blancas sábanas del italiano, aprovechó la ocasión para presentar a Carleto a un mexicano que, como la pequeña Campanilla, aparecía de vez en cuando por Valdebebas como un sueño efímero. Rápido y silencioso. 

Soñado y hecho. Ramos al centro. Campanilla al ataque contra el Capitán Garfio y un tal Gulliver. Así fue como el sueño se hizo realidad. Y de nuevo, lo soñado. Un número, el catorce. Un apellido, Hernández. Lo soñé. Se cumplió. Volvió a aparecer. Y mexicano. Benditos sueños cumplidos...

Por otra parte me comenta mi musa que esa misma noche, en la habitación del Cholo, apareció el padre de Morfeo. Hipnos. No quería ser menos... Me dice que le llevó a su oscura cueva. Que cambió el mate tradicional de Simeone por un hipnótico brebaje de amapolas y otras plantas. Que dicha infusión dejó tan maltrecho al argentino que soñó que llegar a unas semifinales de Champions se conseguiría sin arriesgar. Sin sacar a los mejores. Sin ser lo que había sido. Sin Torres desde donde poder divisar semifinales. Sin el corazón de granito que Morfeo enseñó a Carleto. Con Gaby en sueños banales. 

El Atleti salió a hacer su partido. Ordenado. Físico. A la espera. Perfecto tácticamente. Como todo lo que hace Simeone. Es ahí donde está su valor. En eso y en hacer soñar a sus jugadores que todo es posible. Que soñar es gratis. Que los sueños se cumplen. Ayer, al Cholo le faltó decirles que en los sueños también hay que luchar. Mucho más que en la realidad porque los sueños no dependen de uno mismo. 

Aún así, el Atleti tiene muchos motivos para soñar. Un grandísimo portero. Un francés revolucionario, cómo no. Un bloque compacto. Guerrero. Fieles a sus genes. Ya solo falta que el Atleti se lo crea y salga a jugar como el equipo grande que es. 

¿El Madrid? Bien. Imaginad. Bajo las alas de Morfeo. Disfrutando. Un catorce que se apellida Hernández. Un francés revolucionario, cómo no. Un entrenador embriagado por el aroma que desprenden las grandes victorias. Un portugués que siempre quiere más. Un portero que no quiere menos. Un colombiano de Vallecas. Y todos, todos, con un único sueño en mente. Que todas las noches les visite Morfeo para poder luchar por La Undécima. 

Fdo.- Eduardo Sánchez de la Blanca

Día 23 de abril. Día del libro. Día del único invento que puede hacernos mejores. Lee y sugiere leer. 








jueves, 9 de abril de 2015

"CORAZÓN, CABEZA Y COJONES"




RAYO VALLECANO 0 - REAL MADRID: 2


“CORAZÓN, CABEZA Y COJONES”

Las tres “ces”. Dejemos de lado nosotros, ya que Mr. Ancelotti no lo hace, a la BBC. Aunque sea por un partido. Aunque sea por media parte. Aunque sea por alma, por razón, por genes. Aunque sea por la identidad que hizo al equipo blanco el mejor de la historia del fútbol.

El Real Madrid ganó al Rayo en Vallecas por dos goles a cero. Insisto, en Vallecas. Quienes se hayan quedado solo con los nombres de los equipos, y de los jugadores y entrenadores respectivos, podrán pensar que es algo predecible, y aún más, si alguien les dijo que el Madrid necesitaba la victoria tanto como los peces necesitan del agua. No fue así. Ni el Madrid es el equipo capaz de remontar lo irremontable ni el Rayo es el equipo de barrio obrero al que miraban por encima del hombro sus ricos vecinos.

Desde hace años el Rayo es respeto. Lucha. Trabajo. Calidad. Motivación. Sentimiento. Unidad. Humildad. El Rayo es Vallekas. “Corazón, cabeza y cojones”.

La primera parte fue un regalo para los aficionados a los que les gusta el fútbol y cicuta para los madridistas. Los del rayo atravesando el pecho, fueron un ejemplo de presión y toque y paciencia y disciplina. Magnífico el trabajo y la claridad de ideas que se notan preparadas, meticulosamente, en los entrenamientos del equipo de Payaso Fofó. Aquel payaso que nos hizo disfrutar de la misma forma que nos hace disfrutar ahora el equipo rayista. Mientras, el Madrid basculaba de izquierda a derecha, y viceversa, como el péndulo de un reloj de pared comprado en un "Todo a Cien". Nervioso. Desacompasado. Temeroso de lo que se avecina. La basura.

Solo James estaba a la altura del rival. Suerte que Casillas hizo lo que se le pide: ser portero del Real Madrid. El Rayo anuló cada elemento del Madrid. Jémez, un estudioso de este arte, neutralizó los puntos fuertes del equipo blanco. Uno, cada vez más, se pregunta dónde están esos puntos fuertes. Ancelotti mascaba chicle. Sus muchachos mascaban el césped. ¿Sabrá Mr. Ancelotti que tres es menor que cuatro? Y si lo sabe, ¿por qué en campo contrario no arma al equipo con las mismas pistolas que el contrario? Y más en estadios trampa. Pequeños, secos y con 300.000 aficionados dispuestos a dejarse el alma por su identidad. Por su pasado. Por sus vecinos. Por Carmen Martínez Ayuso. Por su equipo. Por su barrio. Por “corazón, cabeza y cojones”.

En la segunda mitad todo cambió. Al equipo blanco, motivado, le sobran cuarenta y cinco minutos de cada partido. Lástima que tiren una parte por la ventana. Lástima que no se diviertan durante noventa minutos. Lástima... En la segunda parte el Madrid se impuso al Rayo por calidad, presupuesto y la ambición que al Rayo, a estas alturas de temporada, le genera estar en la zona cómoda de la tabla.

El árbitro mal. Como la mayoría de ellos. No sorprende ya el mediocre nivel de los trencillas. El de ayer se comió un penalti de libro a Cristiano y además castigó al portugués con tarjeta amarilla por simular que el AVE le había atropellado. Eso no se simula, por Dios… Fue lo mejor que le pudo pasar al Real Madrid. Carnaza al tiburón y toque de corneta para todos. Cuando eso sucede el Madrid es imparable.  Como si no fuera suficiente motivación llevar ese escudo o ganar 22 millones de euros. O trece.

Mención especial a James, El de Vallecas. Seguro que este chico tiene ascendencia vallecana. No me cabe duda porque James es como Vallecas: Lucha. Trabajo. Calidad. Motivación. Humildad. Sin gestos ni reproches. James, El de Vallekas: “Corazón, cabeza y cojones”.
Fdo.. Eduardo Sánchez de la Blanca
Esta crónica se la dedico a mi amigo Toni Spk y a todos los que disfrutaron de Diego "Pantera". De él son las tres "ces": "Corazón, cabeza y cojones". Una máxima para el deporte y para la vida. DEP.